Eduardo Gómez Bodden
(Julio 1935 – Agosto 2024)
"Una vida entera dedicada al banano"
Eduardo Gómez Bodden
(Julio 1935 – Agosto 2024)
"Una vida entera dedicada al banano"
Quien haya conocido a nuestro fundador, don Eduardo Gómez, sabrá que no mentimos. Nadie que hubiera coincidido y conversado con él podría debatirnos. Era un caballero y un líder: empático, amable, considerado, generoso, y agradecido.
Fue su carisma y su bondad lo que siempre le caracterizó y le abrió puertas en una industria tan compleja como la bananera. Preocupado por las necesidades de sus trabajadores, brindando un trato justo a colaboradores y clientes, y dando su mayor esfuerzo en el día a día.










Un apasionado por la producción bananera
Don Eduardo nació en un hospital de la bananera United Fruit Company (después conocida como Chiquita Brands), fue a una escuela de esa misma bananera, conoció a su esposa en la bananera donde eran vecinos, y dedicó 40 años de su vida al servicio de esa compañía antes de convertirse en productor independiente y en presidente de la Corporación Bananera Nacional (Corbana).
Al conocer el detalle de los hechos, se puede entender por qué nuestra empresa se llama Grupo Esfuerzo; precisamente fue ese valor, el esfuerzo, lo que marcó la vida y la carrera de don Eduardo. Nunca tomó el camino fácil, siempre hizo lo correcto.
Un padre ejemplar
¿Cuál fue la clave del éxito de don Eduardo? Podríamos decir que su por qué. Lo que le motivaba a trabajar con ahínco y compromiso, primero como empleado y luego como empresario, siempre fue su familia: dejar un legado y un respaldo económico que pudieran garantizar la tranquilidad y prosperidad de los suyos aun cuando él ya no estuviera aquí. Él demostró, con su vida, que el bienestar de las personas y la unión de la familia van primero. Le encantaba compartir con sus tres hijos, seis nietos y trece bisnietos, y que se reunieran con frecuencia. Esa era su mayor alegría.
Un hombre de palabra
Pero si tuviéramos que resumir todas sus virtudes, como empresario o como padre, en una sola frase, diríamos que don Eduardo era verdaderamente “un hombre de palabra”. Las mayores lecciones que dejó a sus descendientes, colaboradores, clientes y amigos tienen un punto en común: cumplir con lo prometido. Honrar los tratos. Fue su palabra la que construyó una reputación intachable que lo trasciende.